1928 - EL PUERTO DE SAN VICENTE DE LA BARQUERA
El puerto de San Vicente de la Barquera y, concretamente, su entrada en la barra, ha sido fuente de reivindicaciones y exigencias que, los marineros, Cofradía y vecinos hicieron a lo largo y ancho de los últimos años del siglo XIX y primera mitad del pasado siglo XX. El 30 de junio de 1928, en la Revista “España Marítima”, se publicó el siguiente trabajo sobre nuestro puerto:
“EL PUERTO DE SAN VICENTE DE LA BARQUERA
NOTAS HISTÓRICAS
El puerto de San Vicente de la Barquera, capital del Distrito marítimo, Habilitado de Aduana, con comercio de exportación, importación, cabotaje y altura, está situado en el extremo más occidental de la provincia de Santander.
La estación del ferrocarril dista un kilómetro de la población, que es cabecera de Partido Judicial, y cuenta con Sindicato Agrícola, Pósito de Pescadores, Telégrafo, Teléfono automático. Banco, dos compañías de energía eléctrica, canalización de agua. Balneario y fábricas de conservas y salazón.
Es un magnífico puerto natural de refugio, de un kilómetro cuadrado de superficie completamente aprovechable y limitada por los puentes Nuevo y de la Maza, este último de treinta y dos ojos y cuatrocientos ochenta metros de longitud.
En los siglos XIII y XV era el único puerto de esta parte de la provincia habilitado para la exportación e importación y se dedicaba exclusivamente a la construcción de naves y al comercio con Levante. Su importancia marítima fue grande. En él se cargaban las ricas maderas de esta comarca, muchas de ellas eran almacenadas en nuestros arsenales y se emplearon en la construcción de unidades de nuestra antigua marina de guerra. Hasta hace menos de un siglo eran tan importantes estos cargamentos, que se estableció en él, durante muchos años, una comisión de Marina, para el recibo, clasificación, fletamento y abono.
Con sus navíos, fueron los habitantes de San Vicente de la Barquera, en el siglo XIII, a la toma de Sevilla, por lo cual figura en su escudo un navío a toda vela rompiendo una cadena, en recuerdo de la rotura del puente de barcas sujetas con cadenas que había en el Guadalquivir. En aquellos tiempos se dice llegó a tener más de 7.000 vecinos.
Su decadencia data desde que se fundó el pueblo de Comillas al otro lado del Cabo Oyambre, en el año 1483, con parte de su vecindario y unida es la disminución de población con la del tráfico, originada por efectuarse entonces la comunicación de Asturias con Castilla por Santander, dio lugar a que se resintiera la vida comercial del puerto.
Más adelante, al empezar a emplearse en las construcciones navales el hierro y el acero, flaqueó hasta llegar a ser nulo su comercio de maderas.
Al inaugurarse hace pocos años el paso del Ferrocarril del Cantábrico por sus cercanías, sufrió el puerto otro tremendo golpe, pues el ferrocarril se llevó todo el comercio de cabotaje y la Real Compañía Asturiana dejó de embarcar mineral en el cargadero que en él tenía, llevándole por tren al de La Requejada.
Sólo quedaban ya al puerto sus riquezas naturales, consistentes en magnífica pesca y bancos de ostras, y mariscos aguas arriba de los puentes, pero al concederse para dedicarlas a la agricultura (como si la comarca estuviese falta de tierras de pasto y labor) dos grandes superficies de marismas y cerrarse con muros, se perdieron los magníficos bancos, los criaderos naturales y terrenos sumergidos que servían de pasto a los peces, disminuyéndose grandemente la velocidad de las corrientes, empezaron los cegamientos de los canales, de las rías y la acumulación de arenas en la barra.
DESCRIPCIÓN DEL PUERTO
El puerto está abierto al Norte y dotado naturalmente de dos bocas con barras, separadas una dé la otra por las peñas Mayor y Menor. Entrando hacia el Oeste está el canal principal, que, pasando por el muelle y fondeadero de La Barquera, conduce al muelle de la Villa y atravesando el Puente Nuevo forma la llamada ría del Peral, que se interna aguas arriba cinco kilómetros (ahora por impedírselo el muro de la marisma sólo es navegable 600 metros). El otro canal conduce, pasando por el puente de la Maza, desde donde se llama ría de Villegas o del Barcenal, al barrio de este nombre, remontándose ocho kilómetros navegables.
Es fácil formarse idea de la gran importancia de este magnífico puerto natural, fijándose en su especial situación de hallarse colocado entre los de Gijón y Santander, que distan entre sí 83 y 30 millas respectivamente. Es el único abordable con el mal tiempo, en el citado trozo de costa, y seguro y capaz para resguardarse en él cientos de barcos de pesca. Mayor importancia que la de refugio se le ha reconocido, cuando sin influencia de ninguna clase, pues bien se comprende por la verídica historia que de él narramos, que siempre estuvo y continúa huérfano de protectores, se le declaró de interés general, por Real Orden de 4 de Agosto de 1926, por reunir los requisitos necesarios para ello y las obras que en él se efectúen, y su conservación son fáciles y quedan bien resguardadas.
Actualmente el puerto se encuentra cegado de arena y fango, la boca de la barra Oeste, a medio cerrar por un muro, la del Este cubierta de arenas, el raquítico muelle sin alumbrar, siquiera durante la noche, las embarcaciones varadas sobre la arena y su peligrosa salida para la pesca supeditadas al momento en que floten y tengan agua suficiente en el canal y en la barra. Este triste espectáculo, y más triste aún el del regreso de las embarcaciones con mal tiempo, hace veinticinco años que viene ocurriendo diariamente sin que nadie lo remedie.
Los pescadores, únicos interesados y paganos actualmente de este estado de cosas, fueron además, siempre juguete de la política que con sugestivas promesas de arreglarles la barra y el puerto, les arrancaba los votos, dejándolos luego en la estacada.
PROYECTOS Y DESILUSIONES
Se dice, que, no por gestiones de Diputados, ni por iniciativa oficial, sino por influencia de un contratista, hace unos catorce años, consiguió se hiciera el expediente y se le adjudicaran las obras para cerrar la barra del Oeste, sin preocuparse del cegamiento de la del Este. No fue esta solución del agrado de pescadores y marinos que se conformaban con una obra más práctica, sencilla y económica, que consistía en que se dragara el canal, y se diese un poco más de calado a la barra del Oeste.
Esta barra, que, como decíamos, hace catorce años que empezó a cerrarse, mide una longitud de doscientos metros y hasta la fecha sólo se han cerrado cincuenta. Las personas que entienden algo de estas cuestiones marítimas, no podrán concebir que en obra de tan poca importancia y extensión, que tiene además cimiento natural de roca, y abundante cantera al pie de la obra, en la Punta del Castillo, pueda invertirse ese lapso de tiempo, ni haciéndolo a propósito, y de continuarse así, es fácil deducir, matemáticamente, que su duración será de cuarenta y dos años más.
Pero lo grave del caso, es que esos trabajos no resuelven ya el problema, pues cada día es más necesario dragar la barra del Este, el canal principal y el puerto, y dotarlo de alumbrado y demás servicios necesarios para ponerlo a la altura de las necesidades actuales. Además, las obras son ya ineludibles; lo demandan las vidas de los pescadores y la seguridad de sus embarcaciones, que no pueden continuar así indefinidamente, no debiendo olvidarse que se viene pidiendo hace veinticinco años, y el día de mañana, cuando ocurra alguna desgracia, no cabrá alegar ignorancia.
Es frecuente y vergonzoso que en el verano, sobre todo, durante la pesquera del bonito, se vean obligados a quedarse en la mar, sin poder tomar el puerto, más de cien vapores de Guipúzcoa y Vizcaya, por no atreverse a entrar por la barra, escarmentados de las pérdidas de hélices y timones que suelen tener todos los años y el peligro que corren sus vidas.
Los pescadores del puerto, más duchos, como es natural, en entrar y salir de él, tienen también a veces que demorar su entrada hasta tener agua, pues en sitios que había antes 3 y 4 metros de profundidad sólo queda ahora un decímetro.
Hace unos quince años, el vapor «DURO» de la Compañía A. López de Haro, de la matrícula de Gijón y de mil toneladas de carga, navegaba, arrollado por un temporal, por aquella costa, y siéndole imposible abrirse de ella, se decidió a tomar el puerto de refugio de San Vicente de la Barquera (no hay otro, como hemos dicho, entre Gijón y Santander), y no sólo pasó la barra y el canal perfectamente, sino que reviró, a pesar de su eslora de 70 metros, y quedó amarrado en él, hasta que pasó el temporal, librándose de una pérdida segura, pues de no haber tenido en su derrota este verdadero puerto de refugio, aún abordable en aquella época, se hubiera estrellado en la costa aquella noche, aconchado por la mar, que no le permitía alejarse de ella. ¡Desgraciado del buque, no ya de mil toneladas, sino de ciento, que intentase tonar hoy el puerto como lo hizo el vapor «DURO»! El refugio del puerto cada día es más irrisorio, debido a su abandono.
EL POSITO PIDE EL ARREGLO DEL PUERTO.
En Noviembre último, el Pósito de Pescadores pidió una vez más el arreglo del puerto, exponiendo su actual y lamentable estado, así como la paralización de las obras de la barra y pidiendo con urgencia solamente aquellas inaplazables, por afectar a la seguridad de sus vidas; pues bien: hace seis meses que el expediente se halla, como otros tantos, durmiendo en alguna oficina, sin que nada lo resuelva.
La triste odisea de este puerto no para
aquí, sino que en lugar de atenderse a las demandas de sus necesidades,
mejorándose su situación actual se le mermen las ventajas recientemente
concedidas, pues por Real Orden de 24 de Febrero, se le rebaja de puerto de
interés general a puerto de refugio, sin duda para darle la primera categoría a
otros puertos.
No nos explicamos las razones para que las playas abiertas se declaren puertos de interés general, pero menos que se declare también a ERMIGNA, playa, rada o puerto que no he podido encontrar en ninguna Geografía, Diccionario Marítimo, Enciclopedia ni Derrotero, pero que figura como tal en la página 1.226 de la Gaceta de Madrid, número 56, del 25 de Febrero de 1928, como puede verse. Esto es probablemente un error que hay que rectificar poniendo en vez de ERMIGNA, SAN VICENTE DE LA BARQUERA, pues entre los puertos de segundo orden no creo exista otro que por sus ventajas aquí expuestas tenga mayor derecho a esa clasificación y que se dé a sus obras el impulso que necesitan y que es hora ya de que se empiecen unas y se terminen las de la barra.
De la expresada relación de puertos de interés general, publicada en la Gaceta, conviene hacer notar la profusión de ellos concedidos a algunas provincias marítimas, en relación con la extensión de costa que ocupan, así como de la importancia de alguno de ellos.
La de Asturias mide 120 millas aproximadamente y tiene cuatro puertos de dicha categoría, que son: Gijón-Musel, Aviles, San Esteban de Pravia, Luarca Y Navia, entre estos dos últimos hay 7 millas, y entre Luarca y San Esteban 15 millas.
La provincia marítima de La Coruña tiene 95 millas de extensión y cuenta con cuatro de estos puertos: La Coruña, Ferrol, Cariño y Puebla del Caramiñal.
Guipúzcoa tiene 25 millas de extensión y dos puertos: Pasajes y San Sebastián.
Palma de Mallorca, 140 millas de extensión y cuatro puertos: Palma, Andrait, Soller y Alcudia.
Santander, 70 millas de extensión y el solo puerto de Santander, y como dista de Gijón 83 millas, es toda esta extensión de costa la que queda cerrada a los buques de todas clases y abandonados, por consiguiente, a su suerte en los temporales, mientras San Vicente de la Barquera no se ponga en las condiciones debidas de poderse tomar fácilmente, dragando su barra del Este, el canal y el puerto.
El Pósito de Pescadores es también merecedor de ello, pues los socios que lo constituyen llevan luchando para conseguirlo más de treinta y cinco años, y a pesar de las dificultades y peligros que cada día son mayores, para el ejercicio de su industria, han aumentado, sin embargo, su flota, que entre vapores, traineras, de motor y barquillas de motor, para la pesca de la langosta, suma un número bastante importante, que anualmente extraen del mar pesca por valor de más de un millón de pesetas, única riqueza e industria de la Villa.
Como esta situación debe haber llegado a
conocimiento del Gobierno por medio de sus Juntas Ciudadanas, es de esperar que
el Ministro de Fomento, no tarde en disponer lo conveniente para que resplandezca
la justicia y el bienestar de los pescadores y vecinos de San Vicente de la
Barquera, que le quedarán eternamente agradecidos.
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