1926 - COMISIÓN DE LA COFRADÍA DE PESCADORES PARA PROTESTAR POR EL PUERTO
El diecinueve de octubre de 1926 se publicó en "El Pueblo Cántabro" el siguiente artículo, con motivo de una reunión que mantuvieron con una Comisión de la Cofradía para protestar por el estado del puerto que dice así:
"Una gestión digna de apoyo
Los pescadores de San
Vicente de la Barquera piden que se les acondicione el puerto.
Anoche recibimos a una
Comisión del gremio de pescadores de San Vicente de la Barquera, que venía a
hacernos relación de las lamentables condiciones en que se halla aquel puerto y
a pedirnos apoyo en la gestión que conduzca a su acondicionamiento.
Ni que decir tiene que les
escuchamos con cariñoso interés y que les prometimos apoyarles con sinceridad.
Los recientes accidentes
sufridos por los vapores "Marina", “Peña Mayor" y "María
del Carmen", ocurrido en las noches del 16 al 17 del corriente, han
alarmado muy justamente a la clase marinera de San Vicente, que en vista de los
cuales y teniendo en cuenta las causa, se ha apresurado a designar una Comisión
para que visitara las Redacciones de los periódicos santanderinos en busca de
aquella cooperación de que hablamos al principio.
La Comisión estaba
compuesta por el presidente del Gremio de pecadores de San Vicente, don José
María González Puerto, y los patrones
don José San Nicolás, don Lorenzo Urquiza, don Agapito Sánchez, don José
Sánchez, don Nicomedes Ibaseta, don Roberto Badiola, don José Echano, don
Gerardo Santiáñez, don Adolfo Díaz, don Capitulino Cortabitarte, don José
González, don Antonio Cortabitarte, don Justo Lecue, dón José María Santiáñez y
don Miguel Múgica.
Les acompañaba don José
Seoane en representación del Gremio de pescadores de Santander.
Los comisionados nos
hicieron las siguientes manifestaciones:
«Que los mencionados
accidentes han sido debidos a la estrechez del canal, que mide actualmente dos
metros y medio.
A diario en la entrada de
la barra y en los pasos llamados "Espina" y "Casa de Boria"
(el primero de reciente aparición), se ve completamente cegado el canal.
Que uno de los perjuicios
más notorios que sufren es la variación de las horas en que pueden realizar la
salida y entrada pues tienen que abandonar el puerto cuatro horas antes de la
necesaria por temor a varar dentro del puerto y en la barra, viéndose obligados
por otra parte, para entrar, a permanecer en la boca del puerto tres o cuatro
horas esperando el tener suficiente agua, hechos que traen aparejado el
inmediato y gravísimo perjuicio de no poder vender la pesca dentro de las horas
convenientes para que dicha mercancía pueda ser expedida a los puntos de venta
en el interior.
Además, cuando el mar se
enfurece, el caso adquiere caracteres trágicos, pues como la entrada es imposible
por la falta de calado, se ven los pescadores en el durísimo trance de
remontarse con dirección a Santander, por no haber otro puerto más próximo
donde arribar o jugarse la vida tirándose a embarrancar en cualquier punto de
la playa del Sable de Merón.
Estas anormalidades tiene
además la característica de causar graves daños materiales, como lo prueba el
hecho de que la vida de un barco pesquero, cuyo coste es de unas 35.000 pesetas
(incluso aparejos), es de 20 años, mientras que en el puerto de San Vicente se
viene observando que los barcos quedan inservibles a los ocho años a causa de
los diario "pantocazos" en las piedras y bancos de arena de la
barra."
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