1901 - UNA EXCURSIÓN A "LLENO"

Artículo publicado en "LA ATALAYA ", el día 20 de agosto de 1901, en la que el vecino, y corresponsal de este periódico, J. Gutiérrez de Gandarilla, relata una excursión a la sierra y pico de Lleno, lugar emblemático, al sur de San Vicente, y encima de Gandarilla, siendo el punto más alto del municipio.





(Este artículo se publica como homenaje a D. Juan Gutiérrez de Gandarilla, oriundo del pueblo de Gandarilla, autor de novelas y cuentos costumbristas, emigró a la Isla de Cuba en los últimos años del siglo XIX, colaborando en la revista "La Montaña", "El Pueblo cántabro" de la Habana y otras, así como en "La Atalaya" de Santander, regresando a su tierra, y llevando un cargo político en Val de San Vicente.)


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"Enclavada en los límites que forman los Ayuntamientos de Val de San Vicente, Herrerías, Valdáliga y San Vicente de la Barquera, siguiendo la orilla derecha del raudo Nansa y sirviendo como de dorado marco al hermoso cuadro que presenta este pueblo de Gandarilla, se halla la conocida montaña de Lleno (una de las famosas estribaciones de los tan celebrados Picos de Europa) de forma cónica, arenosa, que dá nombre á uno de los ríos que desembocan en el mar Cantábrico por la histórica villa de San Vicente de la Barquera, y como á unos mil metros sobre el nivel de dicho mar. 

Grandes deseos tenía yo de subir á la cumbre de esta montaña y poder contemplar desde allí, á mi gusto, el extenso y variado panorama que la circunda, uno de los más hermosos, entre los muchos que á cada paso nos presenta la pródiga Naturaleza en esta querida tierruca

Por fin, el día 8 del actual vi cumplidos mis deseos, merced á una excursión, con merienda y todo, que proyectamos hacer á dicho punto, algunos touristas de este pueblo. No siempre han de ser touristas los extranjeros en nuestra tierra; alguna vez lo hemos de ser nosotros, los nativos en ella. 

Formaban «la expedición» la encantadora é ilustrada señorita Filomena Noriega, distinguida colegiala que, á su natural belleza une un exquisito gusto artístico y una modestia sin límite, y las no menos bellas y simpáticas señoritas Anacleta Sánchez y Dolores Blanco. También nos acompañó la señora de Pellar, doña Josefa Blanco. 

Del que se ha dado en llamar, sin razón para ello, sexo fuerte, íbamos don Inocencio Gutiérrez de Gandarilla, don Tomás Noriega. don Raimundo Pérez Canal, don Leoncio Pellar, don Venancio Blanco y... un humilde servidor de ustedes. 

Para que la excursión resultara más chic, se acordó que las señoritas subieran las cestas con la merienda, y los hombres las borrachas con el vino, cohetes, tabacos y demás impedimenta: siendo la hora señalada para la salida las ocho de la mañana, y el punto de subida la parte de montaña que da vista á Bielba, y la bajada por el lado contrario, ó sea por Labarces. 

A esa hora, próximamente, y bajo los ardorosos rayos de un sol que parecía tropical, salimos todos de la magnífica casa de don Tomás Noriega. emprendiendo viaje por El escoboso, Praón, Cuesta de Cesura y Collado de Bielba. donde se hizo la primera parada y se requirieron las borrachas, para tomar un poco de ánimo, y poder continuar la marcha por entre aquellas escabrosidades. 

Media hora duró el descanso, y á pecho por la pendiente de los Pigúesos llegamos al nacimiento del rio Lleno, haciendo alto, para tomar las once, sentados al pie de aquella fresca y cristalina fuente, pero antes de llegar á aquel hermoso sitio ¡cuánto yo me reí por el camino viendo á las pobres señoritas, fatigadas y sudorosas, encarnadas como la grana (á pesar de los quitasoles y sombrillas que llevábamos) ir tirando, cuesta arriba, de las cestas con la merienda, y dar cada resbalón y caída en brañas y vericuetos que más de una vez tuve compasión de ellas y les ayudé á subir su pesada carga, junto con la bota que á mi me había tocado llevar en suerte! 

Nuevo descanso, y tras otro esfuerzo por fin llegamos á lo más alto de la montaña, á Peña Escajal, de cuyo punto se divisa el más hermoso panorama que puede soñar la calenturienta imaginación de un exaltado. A la simple vista se abarca un circuito de más de veinte leguas en derredor, «cuajado» de pueblecitos, pequeñas montañas, bosques y valles, que, heridos por los rayos del sol del mediodía, rielando en las puras aguas de sus mil arroyuelos, formaban caprichosas variantes de fulgidos colores, sobresaliendo, entre ellos, el verde oscuro de los árboles, el blanco de las casas y el violáceo de las nubes, «posadas» sobre las crestas de los montea y peñas. 

Yo no alcanzo á comprender de otro modo más que por imposiciones de la maldita moda que haya un español que se gaste muchos miles de pesetas recorriendo todos los años Suiza, Alemania, los Alpes y otros puntos de Europa, y desconozca completamente lo que tenemos por acá, en esta privilegiada «tierruca», que si no es mejor, al menos es tan bueno como eso que tan caro les cuesta, y con la ventaja de ser «nuestro» y poderlo ver sin ocasionarles tan grandes gastos, que muchas veces les conducen á la ruina. 

Desde lo alto del Lleno se ve, al Norte, el proceloso mar Cantábrico en toda su extensión de Cabo Mayor á Llanes; al Este, Peña Castillo, Peña Cabarga y otras cuantas inmediatas; al Sur, Peña Labra, montañas de Reinosa y Peña Sagra; al Oeste, los tan ponderados Picos de Europa, cuyas cimas se ven cubiertas de nieve perpetua. 

Mucho tiempo estuvimos allí, extasiados, contemplando tanta belleza y sin acordarnos de la merienda, que, á la sombra de la Peña cuidaba la camarera. Yo aproveché aquel tiempo para anotar en mi cartera los nombres de los pueblos que se veían, y que yo conozco. 

Segús mis notas, aparece en primer término Gandarilla, situado en la falda Norte de dicha montaña, Hortigal y San Vicente de la Barquera, cuyo histórico puente de la Maza y convento de San Francisco, se ve en toda su estensión, y se cuentan, perfectamente, desde aquellas alturas, y á pesar de la distancia, sus 28 arcos. 

Siguen luego Santillán, Boria, Serdio, Estrada, Pesués, Unquera, Helguera, Prío, Molleda, Cabanzón, Casa María, Otero, Cades, Bielba, Lamasón, Peñarrubia, Labarces, minas de la Florida, Roiz, Treceño, Villanueva Caviedes, Vallines, Lamadrid, La Revilla, El Tejo, Ruiseñada, Seminario y villa de Comillas, Ruiloba, Colegio de Cóbreces, Ayuntamiento de Udías, San Vicente del Monte, Bustriguado y el Perujo. Pertenecientes á Asturias se ven: Colombres, Pimiango, San Yusté, Noriega, Vilde, Villanueva, Merodio, Abándames, Alebía y el palacio de Bores. 

Si la vista no se cansaba de contemplar desde aquellas alturas tan hermoso y variado panorama, en cambio el estómago se quejaba ya de falta de alguna cosa más positiva después de la caminata de dos leguas largas, por riscos y peñascales. 

Tendimos pues, los blancos manteles bajo la gran peña, en la sombra que proyectaban sus altos picachos, y previa una salva de dos docenas de cohetes y voladores, nos pusimos á merendar tumbados sobre la verde braña á la vista de este pueblo, y aspirando el suave perfume que exhalaba el campo alfombrado de aromáticas plantas. 

Al final de la merienda el don Raimundo Pérez Canal (que es poeta, músico, cantante indiano, y maestro de escuela, todo en una pieza) se inspiró de tal modo que improvisaba versos lo mismo que el que echa huevos á freír, y mientras él recitaba alguna de sus inéditas composiciones, otros nos entretuvimos en confeccionar un pequeño ramillete de odoríficas flores silvestres que ofrecimos como recuerdo de aquel grato dia, y premio á su natural belleza, á la simpática señorita Filomena Noriega, al mismo tiempo que, por unanimidad se acordó coronar en el acto, con el simbólico laurel, cogido en las verdes matas que en Lleno existen, al eximio Raimundo P. Canal, como al primer vate del pueblo. 

El poeta no se puedo quejar de la corona que le ofrecimos en las alturas del Parnaso (digo de la montaña de Lleno) formada de laurel y entretejida con tomillo, cantueso, orégano, regaliz, madreselva, claveles y amapolas silvestres, y hecha por las lindas manos de las bellas señoritas que nos acompañaban. Es decir, que allí se premió el mérito en el poeta Raimundo Pérez Canal, y la hermosura en la ilustrada señorita Filomena Noriega. 

El resto de la tarde lo dedicamos á visitar las grandes cuevas y cavernas que existen en dicha montaña, encontrando en ellas muchas y variadas muestras de estalactitas y estalagmitas, algunos fósiles y maderas petrificadas, siendo verdaderamente notable que, en lo que se puede llamar corazón de la roca, formada hoy por piedra y tierra calar, se encuentren, adheridas á ella, infinidad de piedrecitas del mar, restos de crustáceos y otras materias que denotan haber llegado hasta allí en algún tiempo las aguas del Cantábrico. 

De todo esto recogí varias muestras, como también de la blanca arena quo hay en los pequeños lagos que existen en lo más alto de la montaña, cuyas orillas se ven continuamente festoneadas por el berro y el peregil del pozo. No dudo que si se hicieran calas, ó excavaciones, en la montaña de Lleno se encontrarían cosas de gran mérito, pero... allí se estarán, como tantas otras de esta tierra, por muchos años, durmiendo el sueño del olvido. 



A la puesta del sol dimos vista á Labarces, ya descendiendo de la montaña, y entonces el poeta (que por lo visto aquel día le venteaba la musa) nos endilgó estos versos, con música de su propiedad: 


«Estamos en Pico Alto, 

muy cerquita de Berambres, 

contemplando á Rulosa 

y el gran pueblo de Labarces.» 


Algunos labradores de este último pueblo, que estaban á la yerba en unos prados inmediatos, aplaudieron al vate, y después de haber hecho allí otra descarga de cohetes y medias bombas, siguiendo la explanada de Cudaña, llegamos á este pueblo de Gandarilla, como suele decirse, entre dos luces, satisfechos de nuestra excursión á Lleno, puesto que en ella nos divertimos grandemente, á pesar de los resbalones, caídas y otras peripecias que nos ocurrieron y sería prolijo relatar. 

Paseos como este debían repetirse en nuestra querida Montaña, y darles publicidad á fin de que los españoles se enterasen de lo mucho bueno que hay por aquí, y nos visitasen más á menudo que lo hacen. El que venga una vez siquiera, vuelve irremisiblemente, porque esto es superior á toda ponderación, y hay que verlo para formarse una idea de ello."

J. GUTIERREZ DE GANDARILLA. 

Agosto 17 1901. 


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